Repaso de un cambio trascendental en la historia de la televisión.
Hasta la década del ’80 se podía decir que reinaba un tipo de televisión. La Paleo TV era clásica y tradicional. Los programas eran destinados a sectores específicos, como los niños (“El show de Carlitos Balá”), o los amantes de la música (“Badia y compañía”), por citar ejemplos. Lo prohibido o tabú no aparecía en la Paleotelevisión, conservadora por demás (“La familia Ingalls”).
Pero los años 80 significaron una renovación, un cambio en la televisión. El espectador dejó de ser un simple receptor pasivo y pasó a ser actor parte del programa (los concursos en los que se solicita el voto del público).
El lenguaje en la Neo TV (nombre de esta segunda etapa) es más informal, no oculta tabúes y no se oculta al espectador el detrás de cámaras. Los programas no se pueden clasificar en sectores de edad, son para todos por igual. Se incluyen los realitys, como “Gran Hermano”, en el que el centro informativo es la vida personal ajena. También hay realitys en los informes periodísticos, cuando se hacen crónicas en tiempo real con imágenes fuertes (la resolución del Caso Candela).
La razón del cambio es por motivos económicos: la inclusión de publicidad (también llamada comunicación pagada o comercial), que sirve para subsistir de los impuestos y solventar las producciones. Las marcas anuncian en los programas con más audiencia para que lo vea mas gente, lo que genera competencia entre canales, sobretodo en el prime time. Los anuncios generalmente se hacen con personajes con los que la audiencia se identifica. Estos mayoritariamente son personajes de los programas de TV.
La neotelevisión crea una nueva realidad: puede hacer cualquier cosa siempre y cuando genere aceptación y polémica. ¿Hasta donde llegará?
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