jueves, 20 de octubre de 2011

Los 60 años de la televisión: ¡Que los cumplas feliz!





Una mirada sobre la historia del medio, en el año de su aniversario. Por María Belén Mac Hnight.





Se cumplieron 60 años de la primera emisión de la televisión argentina, un acontecimiento que amerita una revisión crítica no solo desde el punto de vista de los estudios culturales sino también por la actualidad política de la temática en nuestro país. Recordar que precisamente fue un 17 de octubre el día del nacimiento de la televisión argentina nos remite inmediatamente al peronismo y a una fecha cargada de significaciones políticas, ideológicas y sociales una y otra vez estudiadas e interpretadas por sociólogos, historiados y politólogos pero escasamente abordada desde sus efectos culturales. El peronismo no solo hizo nacer la televisión en argentina sino que supo entender como ningún otro movimiento político sus poderosos efectos preformativos sobre la producción de subjetividad. El discurso de la época enunciaba que la televisión haría posible que todos los argentinos y argentinas verificaran que la “única verdad es la realidad”. Ironías de la historia cultural argentina.


Según algunas estimaciones, aquel 17 de octubre de 1951 no había más de 30 televisores en toda la Ciudad de Buenos Aires. Argentina, con ese suceso, se convirtió en el cuarto país en realizar trasmisiones televisivas, después de Brasil, México y Cuba, y el octavo a nivel mundial, luego de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos.


Sus fundadores buscaron que el nuevo medio fuese un gran propalador de las buenas artes, multiplicase los conocimientos con amenidad y brindara su pantalla a las mejores expresiones artísticas.
Sin embargo, el modelo que sustentó a la televisión (que rige hasta la actualidad) lo adoptó en la década del 60, cuando se consolidó la pauta publicitaria como sostenedora del negocio. Aquella fue una década movida y novedosa, donde el nuevo medio de comunicación entraba a escena y despertaba, desde el comienzo, expectativas de toda índole.


De la privatización y la concentración mediática que determinó el gobierno militar y el de Menem, la presidió años de acomodamiento estructural y definición de un modelo de negocio que continúa hasta la actualidad, cuando la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual estipula un nuevo abanico de posibilidades de producción y diversidad de voces que aún no pudo ser implementada en su totalidad por la resistencia que el Grupo Clarín ejerce en la Justicia, aunque la batalla simbólica parece haber sido ganada.
Bien podría decirse sin exagerar que la actual TV por aire funciona en las antípodas de aquellos auspiciosos comienzos: un espíritu prostibulario se extiende a toda hora, sin el menor respeto por el horario de protección al menor; el lenguaje ha desbarrancado hacia las expresiones más soeces; las agresiones verbales por temas graves o nimios se han convertido en su principal contenido, y la cultura del chimento chabacano avanza como una epidemia por toda la grilla, impulsada por las mediocres emisiones de archivo que repiten incansablemente los pasajes más escandalosos de cualquier programa.


No pidamos que la televisión mejore si no estamos dispuestos a dar el primer paso desde nuestra casa, siendo más responsables a la hora de pulsar el control remoto.


Hoy resulta difícil predecir el rumbo que tendrá la televisión en los próximos diez o veinte años, sobre todo a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías al espacio audiovisual. No obstante, pueden señalarse algunas tendencias actuales que seguramente habrán de mantenerse. Entre ellas: la auto–referencialidad con que se nutre a diario a partir de la disposición inmediata de materiales de archivo; el encubrimiento del carácter ficcional del "reality" presentado como verdad y basado –entre otras cosas– en el uso de múltiples cámaras o micrófonos; la supuesta interacción con el público a través de telefonía celular o Internet y hasta la delegación de aspectos de producción a bajo costo, depositados en usuarios ansiosos de protagonismo. Sin embargo, cabe señalar que la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, augura mejores tiempos para el medio.


Si es verdad que la tele hoy es muy criticada y a veces el televidente se siente defraudado y vuelve a encender su pequeña radio que dormía olvidada en algún cajón de su cocina , pero saben que..? La tele seguirá siendo “esa niña mal criada que se instalo en nuestros hogares para siempre”.

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